miércoles, 11 de noviembre de 2015

TEMA 3: ESPACIOS Y TIEMPOS


Como actividad introductoria a este tema, propongo que realicéis una pequeña historia inventada por vosotros siguiendo estas fases:
1ª fase: Observa esta imagen y explica cómo es el lugar.
2ª fase: Imagina el tiempo en el que este lugar pudiera existir y explícalo.
3ª fase: Inventa nombres para los elementos que aparecen (personas, animales, ríos, ...).
4ª fase: Puedes contar un hecho que haya sucedido justo antes de esa escena y algo que va a suceder después.
Para ello, utilizaremos un procesador de textos; de esta forma, crearemos un documento y empezaremos a trabajar las distintas posibilidades de presentar un texto.

La imagen es el cartel publicitario de la película de Tim Burton sobre una historia sorprendente y maravillosa que todos debéis conocer: Alicia en el País de las Maravillas, historia que nos ha dejado el escritor inglés Lewis Carroll.




El Gran Misterio del ,MAYORDOMO

TEMA 3: ESPACIOS Y TIEMPOS

ÍNDICE:

1.       La narración (III): el tiempo y el espacio en los relatos.
2.       El lenguaje de los textos narrativos (III).
3.       El género narrativo (II): los mitos, las leyendas, los cuentos tradicionales y los cuentos modernos.
4.       Gramática: los determinantes y sus clases.
5.       Ortografía: el uso de los dos puntos.
6.       Léxico: el significado de los prefijos y de los sufijos.
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1.       La narración (III): el tiempo y el espacio en los relatos.

EL TIEMPO es el elemento de la narración que comprende la duración, la sucesión y el orden de los acontecimientos. En un relato, los hechos pueden aparecer ordenados de diferentes maneras, según lo que busque el autor. Se puede optar por:
-Orden cronológico o lineal, es decir, los hechos se ordenan tal y como van sucediendo.
-Flashback (salto al pasado) que intercala en el relato pasajes del pasado.
-Flashforward (salto al futuro) que intercala en el relato pasajes del futuro.
-In media res (en medio de la acción), es decir, la historia comienza en un punto intermedio, y puede ir hacia el pasado o el futuro.

EL ESPACIO es un elemento que se refiere al lugar en el cual se desarrolla la historia y se mueven los personajes. Puede ser: real; imaginario (no existe, pero está creado a partir de lugares parecidos a los de la realidad) y fantástico (no existe ni se relaciona con espacios reales).


2.       El lenguaje de los textos narrativos (III).

Hay distintos procedimientos lingüísticos para poder realizar un relato cohesionado, con sentido completo. Así, una palabra o un grupo de palabras repetidas en un texto cohesionan las diferentes partes de una narración. Otra forma, es utilizar sinónimos o pronombres. De esta forma, se evita la reiteración y se da variedad léxica a un relato.

3.       El género narrativo (II): los mitos, las leyendas, los cuentos tradicionales y los cuentos modernos.

Como hemos indicado en el tema dos, el género narrativo tiene como característica esencial el relato a través de la voz de un narrador de unas acciones, realizadas por unos personajes en un espacio y en un tiempo concretos. Pueden utilizarse tanto la prosa como el verso para realizar ese relato. En este tema, vamos a ver los subgéneros narrativos que utilizan la prosa. Así, distinguimos:


A-     LOS MITOS son relatos que tratan de explicar el origen del mundo y de los conflictos más importantes que les suceden a los seres humanos. Suceden en un espacio y en un tiempo míticos, es decir,  antiquísimos o inventados.

B-      LAS LEYENDAS son narraciones que el pueblo inventa para explicar un suceso real o fantástico ocurrido en un espacio real o identificable.

C-      LOS CUENTOS TRADICIONALES son relatos fantásticos de aventuras que se transmitían de generación en generación de forma oral. A lo largo del tiempo, se introducen cambios en los mismos, no tienen autor conocido y suelen tener final feliz.


D-     LOS CUENTOS MODERNOS LITERARIOS tienen un autor conocido y, al transmitirse de forma escrita, no sufren variaciones con el tiempo y su final es variable (feliz o no).



TEXTO 1: “ORFEO Y EURÍDICE”
En la época en que dioses y seres fabulosos poblaban la Tierra, vivía en Grecia un joven llamado Orfeo, que solía entonar hermosísimos cantos acompañado por su lira. Su música era tan hermosa que, cuando sonaba, las fieras del bosque se acercaban a lamerle los pies y hasta las turbulentas aguas de los ríos se desviaban de su cauce para poder escuchar aquellos sones maravillosos.
Un día en que Orfeo se encontraba en el corazón del bosque tañendo su lira, descubrió entre las ramas de un lejano arbusto a una joven ninfa que, medio oculta, escuchaba embelesada. Orfeo dejó a un lado su lira y se acercó a contemplar a aquel ser cuya hermosura y discreción no eran igualadas por ningún otro ser.
-Hermosa ninfa de los bosques –dijo Orfeo-, si mi música es de tu agrado, abandona tu escondite y acércate a escuchar lo que mi humilde lira tiene que decirte.
La joven ninfa, llamada Eurídice, dudó unos segundos, pero finalmente se acercó a Orfeo y se sentó junto a él. Entonces Orfeo compuso para ella la más bella canción de amor que se había oído nunca en aquellos bosques. Y  pocos días después se celebraban en aquel mismo lugar las bodas entre Orfeo y Eurídice. La felicidad y el amor llenaban los días de la joven pareja. Pero los hados, que todo lo truecan, vinieron a cruzarse en su camino. Y una mañana en que Eurídice paseaba por un verde prado, una serpiente vino a morder el delicado talón de la ninfa, depositando en él la semilla de la muerte. Así fue como Eurídice murió apenas unos meses después de haber celebrado sus bodas.
Al enterarse de la muerte de su amada, Orfeo cayó presa de la desesperación. Lleno de dolor, decidió descender a las profundidades infernales para suplicar a los dioses de las tinieblas que permitieran a Eurídice volver a la vida. Aunque el camino hasta los infiernos era largo y estaba lleno de dificultades, Orfeo consiguió llegar hasta el borde de la laguna Estigia, cuyas aguas separan el reino de la luz del reino de las tinieblas. Allí entonó un canto tan triste y tan melodioso que conmovió al mismísimo Carón, el barquero encargado de transportar las almas de los difuntos hasta la otra orilla de la laguna. Orfeo atravesó en la barca de Carón las aguas que ningún ser vivo puede cruzar. Y una vez en el reino de las tinieblas, se presentó ante Plutón, dios de las profundidades infernales, y acompañado de su lira, pronunció estas palabras:
-¡Oh, señor de las tinieblas! Heme aquí, en vuestros dominios, para suplicaros que resucitéis a mi esposa Eurídice y me permitáis llevarla conmigo. Yo os prometo que cuando nuestra vida termine, volveremos para siempre a este lugar.
La música y las palabras de Orfeo eran tan conmovedores que consiguieron paralizar las penas de los castigados a sufrir eternamente. Y lograron también ablandar el corazón de Plutón, quien, por un instante, sintió que sus ojos se le humedecían.
-Joven Orfeo, -dijo Plutón-, hasta aquí habían llegado noticias de la excelencia de tu música; pero nunca hasta tu llegada se habían escuchado en este lugar sones tan turbadores como los que se desprenden de tu lira. Por eso, te concedo el don  que solicitas, aunque con una condición.
-¡Oh, poderoso Plutón!,  –exclamó Orfeo-. Haré cualquier cosa que me pidáis con tal de recuperar a mi amadísima esposa.
-Pues bien, – continuó Plutón-, tu adorada Eurídice seguirá tus pasos hasta que hayáis abandonado el reino de las tinieblas. Solo entonces podrás mirarla. Si intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre.
-Así se hará, -aseguró el músico.
Y Orfeo inició el camino de vuelta hacia el mundo de la luz. Durante largo tiempo Orfeo caminó por sombríos senderos y oscuros caminos habitados por la penumbra. En sus oídos retumbaba el silencio. Ni el más leve ruido delataba la proximidad de su amada, lo cual le llenaba de inquietud. Y en su cabeza resonaban las palabras de Plutón: “Si intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre”.
Por fin, Orfeo divisó la laguna. Allí estaba Carón con su barca y, al otro lado, la vida y la felicidad en compañía de Eurídice. ¿O acaso Eurídice no estaba allí y solo se trataba de un sueño? Orfeo dudó por un momento y, lleno de impaciencia, giró la cabeza para comprobar si Eurídice le seguía. Y en ese mismo momento, vio cómo su amada se convertía en una columna de humo que él trató inútilmente de apresar entre sus brazos mientras gritaba preso de la desesperación:
-Eurídice, Eurídice…
Orfeo lloró y suplicó perdón a los dioses por su falta de confianza, pero solo el silencio respondió a sus súplicas. Y, según cuentan, Orfeo, triste y lleno de dolor, se retiró a un monte donde pasó el resto de su vida sin más compañía que su lira y las fieras que se acercaban a escuchar sus melancólicos cantos compuestos en recuerdo de su amada.
(Basado en Ovidio, Metamorfosis)



TEXTO 2: “LA LECHERA”
Llevaba en la cabeza una lechera el cántaro al mercado con aquella presteza, aquel aire sencillo, aquel agrado, que va diciendo a todo el que lo advierte: ¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte! Porque no apetecía más compañía que su pensamiento, que alegre le ofrecía inocentes ideas de contento, marchaba sola la feliz lechera.
Y decía entre sí de esta manera: “Esta leche vendida, en limpio, me dará tanto dinero, y con esta partida un canasto de huevos comprar quiero, para sacar cien pollos, que al estío me rodeen cantando pío, pío. Del importe logrado de tanto pollo, mercaré un cochino; con bellota, salvado, berza y castaña, engordará sin tino; tanto, que puede ser que yo consiga ver cómo se le arrastra la barriga. Lo llevaré al mercado; sacaré de él, sin duda, buen dinero. Compraré de contado una robusta vaca y un ternero que salte y corra toda la campaña, hasta el monte cercano a la cabaña”. Con este pensamiento enajenada, brinca de manera, que a su salto violento, el cántaro cayó. ¡Pobre lechera! ¡Qué compasión! Adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca, ternero. ¡Oh loca fantasía, qué palacios fabricas en el viento! Modera tu alegría; no sea que saltando de contento, al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre su cantarillo su esperanza.  No seas ambiciosa de mejor o más próspera fortuna; que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna.


TEXTO 3: “DOÑA TRUHANA”
Había una mujer que se llamaba doña Truhana, que era más pobre que rica, la cual fue un día al mercado con una olla de miel en la cabeza. Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la miel y que, con lo que le diesen, compraría una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, compraría ovejas, y así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias. Y pensando en esto, comenzó a reír con mucha alegría por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cayó al suelo y se rompió en mil pedazos.
(Fragmento tomado de El Conde Lucanor, Don Juan Manuel)





TEXTO 4: “EL ORIGEN DEL DÍA Y LA NOCHE”
En las lejanas y mágicas tierras del Perú, habita la tribu de los chamas. Al igual que otros pueblos primitivos, los chamas tienen antiguas y maravillosas leyendas para explicar los fenómenos de la naturaleza y la razón del universo. Una de esas leyendas explica el origen del día y de la noche.
Según los chamas, el dios Habi tuvo dos hijos: Bari, dios del Sol, y Use, diosa de la Luna. Bari era un joven  fuerte, de rubios cabellos rizados y piel dorada como la miel. Era alegre y alborotador y poseía una desbordante vitalidad. Siempre andaba inventando travesuras y disfrutaba como un niño haciendo rabiar a su hermana. Por el contrario, Use era una muchacha frágil, lánguida, de una extraordinaria palidez, y bella y delicada como una hermosa rosa blanca.
Un caluroso día de verano, la bella Use fue a bañarse a un lago de aguas tranquilas y transparentes y se sentó a la orilla del lago para mirar su reflejo en el agua. Bari, mientras tanto estaba paseando por los alrededores y vio a su hermana. Así que decidió gastarle una broma. Se untó las manos con la oscura resina de un árbol y se acercó sigilosamente a su hermana. Bari frotó las palmas negras de sus manos en el blanquísimo rostro de Use.  Al verse así, manchada, la bella diosa rompió a llorar. Use se enfadó muchísimo y Bari le pidió perdón. Sin embargo, Use le prometió que nunca más la volvería a ver.
La diosa, en un vuelo fugaz, ascendió a los cielos ante el asombro de su afligido hermano. Desde entonces, Use, la diosa de la Luna, sale siempre de noche, cuando Bari, el dios del Sol, ya se ha ocultado. Cuenta también la leyenda que Use siente a veces deseos de ver  a su hermano y, por eso, algunos días muy claros, podemos ver a la Luna y el Sol juntos en el cielo, aunque solo sea durante unos instantes.

TEXTO 5: “LA HONDA DE DAVID”
Había una vez un niño llamado David N., cuya puntería y habilidad en el manejo de la resortera despertaba tanta envidia y admiración entre sus amigos de la vecindad y de la escuela, que veían en él-y así lo comentaban entre ellos cuando sus padres no podían escucharlos-un nuevo David.
Pasó el tiempo.
Cansado del tedioso tiro al blanco que practicaba disparando sus guijarros contra latas vacías o pedazos de botella, David descubrió un día que era mucho más divertido ejercer contra los pájaros la habilidad con que Dios lo había dotado, de modo que de ahí en adelante la emprendió con todos los que se ponían a su alcance, en especial contra Pardillos, Alondras, Ruiseñores y Jilgueros, cuyos cuerpecitos sangrantes caían suavemente sobre la hierba, con el corazón agitado aún por el susto y la violencia de la pedrada.
David corría jubiloso hacia ellos y los enterraba cristianamente.
Cuando los padres de David se enteraron de esta costumbre de su buen hijo se alarmaron mucho, le dijeron qué era aquello, y afearon su conducta en términos tan ásperos y convincentes que, con lágrimas en los ojos, él reconoció su culpa, se arrepintió sincero, y durante mucho tiempo se aplicó a disparar exclusivamente sobre los otros niños.
Dedicado años después a la milicia, en la Segunda Guerra Mundial David fue ascendido a general y condecorado con las cruces más altas por matar él solo a treinta hombres, y más tarde degradado y fusilado por dejar escapar viva una Paloma mensajera del enemigo.
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